Posted by on 06/03/2013

El Musée D’Orsay de París se llena de brujas, demonios y espíritus para evocar el Romanticismo negro. «El ángel de lo extraño, El romanticismo negro de Goya a Marz Ernst» abrió al público el pasado 5 de marzo hasta el 9 de junio del 2013.

Este universo se inicia, com el propio Romanticismo, a finales del siglo XVIII en Inglaterra (y pronto en Alemania), en las novelas góticas, una literatura que seduce al público por su afán por el misterio y lo tétrico. las artes plásticas n ose quedan atrás y pronto se suman con la representación de esos universos terribles o grotescos con los que muchos pintores, grabadores y escultores, de toda Europa, rivalizan con aquellos de los escritores: Goya y Géricault nos confrontan a las atrocidades absurdas de las guerras y de los naufragios de su época, Füssli y Delacroix dan cuerpo a los espectros, brujas y demonios de Milton, Shakespeare y Goethe, mientras que C.D. Friedrich y Carl Blechen proyectan al público en paisajes enigmáticos y fúnebres, a imagen y semejanza de su destino.

A partir de la década de 1880 muchos artistas reanudan con la herencia del romanticismo negro, aumentando el pesimismo en sus obras, orientándose hacia lo oculto, los mitos y el sueño, para confrontar al hombre a sus terrores y sus contradicciones: antes la muerte se unía lo erótico, lo extranjero, batallas épicas, ahora la muerte es cruda, descarnada, brutal, y nos espera trás culaquier esquina. Está revelada por los cuentos fantásticos de Poe o de Barbey d’Aurévilly. En plena segunda revolución industrial resurgen así hordas de brujas, esqueletos riendo con sarcasmo, demonios informes, Satanes lúbricos, magas fatales… que traducen un desencanto provocador y festivo.

Cuando, tras la Primera Guerra Mundial, los surrealistas hacen del inconsciente, del sueño y de la embriaguez, los fundamentos de la creación artística, sobre todo los surrealistas más figurativos,dando el triunfo al imaginario, por la inusitada asociación de objetos y las monstruosas deformaciones, así como por la atmósfera onírica y delirante que se desprende de sus obras. En el mismo momento, el cine se ampara de Frankenstein, Fausto y demás obras maestras del romanticismo negro que se instala definitivamente en el imaginario colectivo. 

Realizando la continuación de una primera etapa de la exposición del Städel Museum de Fráncfort, el museo de Orsay ofrece descubrir las múltiples formas del romanticismo negro, de Goya y Füssli hasta Max Ernst y las películas expresionistas de los años 1920, mediante una selección de 200 obras que incluyen pintura, artes gráficas, escultura y obras cinematográficas.

 

 

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